Durante los años que siguieron a la gran crisis financiera de 2008, los inversores se enfrentaron a retos cada vez mayores para comprender el ciclo económico y, más aún, para descifrar la tendencia de los mercados bursátiles y la inflación.
Esto se atribuye en gran medida al rol intervencionista que los bancos centrales y los estados adoptaron para prevenir un desenlace peor en 2008 y al hecho de que nunca se llegó a una completa normalización donde las leyes del mercado pudieran retomar su funcionamiento habitual.
En particular, a menudo el comportamiento de los mercados financieros pareció desvinculado de la situación real de la economía o de las empresas. Como ya se ha mencionado, esto se debe en parte a las intervenciones de los bancos centrales, pero con demasiada frecuencia olvidamos el hecho de que los mercados y la economía no son lo mismo. En particular, existen algunas asincronías entre los movimientos de los mercados financieros, la economía, la inflación y los tipos de interés que se olvidan con demasiada frecuencia.
El ciclo económico típico
El siguiente gráfico muestra las cuatro fases en las que suele dividirse un ciclo económico: recesión, recuperación, expansión, ralentización.
Es un pensamiento común confundir el ciclo económico con el mercado bursátil, interpretando que cuando la economía se desacelera, el mercado bursátil debería caer, y viceversa, cuando la economía crece, el mercado bursátil debería ascender.
Sin embargo, debemos recordar siempre que la economía y los mercados no son lo mismo y que puede haber discrepancias considerables entre ambos.
En particular, la bolsa tiende a anticiparse unos meses a la economía. Esto significa que la bolsa toca fondo cuando la situación económica sigue siendo negativa, mientras que empieza a caer cuando todo parece ir bien para la economía.
En otras palabras, las bolsas no se esperan a subir a que se produzcan las buenas noticias ni a bajar con las malas. Esto suele ser muy difícil de entender para los inversores.
Veamos cómo funciona en el mundo real. El siguiente gráfico muestra el índice S&P 500. En gris están los periodos de recesión. En la parte inferior del gráfico se muestra la rentabilidad del índice durante los últimos 12 meses.
Como puede observarse, normalmente la rentabilidad a un año se vuelve negativa antes de que comience la recesión, lo que significa que los mercados bursátiles se anticipan a la recesión, y a menudo empiezan a subir antes de que esta termine.
Por lo tanto, retirarse del mercado bursátil cuando la economía va mal y esperar a que todo se estabilice para reingresar, generalmente no es efectivo, dado que el mercado podría ya haber ascendido un 20%. En realidad, tanto las noticias positivas como las negativas suelen ser previamente anticipadas por el mercado.
¿Por qué el mercado de valores tiende a anticiparse a la economía?
Hay al menos tres razones:
1) En primer lugar, generalmente el conocimiento colectivo de un grupo es siempre mayor que el del más listo de sus miembros. Es bien conocido, con relación a esto, el experimento de Galton sobre la sabiduría de las multitudes.
2) En segundo lugar, a veces puede tratarse de una profecía autocumplida en la que el descenso o ascenso de los mercados agrava o mejora realmente la situación de la economía, en un fenómeno que a veces se denomina reflexividad.
Nota: una profecía autocumplida es una predicción que hace que ella misma se convierta en realidad debido al comportamiento (incluida la propia predicción) del que la predice.
3) En tercer lugar, podría operar el llamado efecto riqueza, que, con la subida de los mercados, hace que los individuos y las familias sean más ricos y tengan más capacidad de gasto, apoyando así la recuperación económica, y viceversa.
La economía lidera la inflación y los tipos de interés
Este desfase existente entre la bolsa y la economía no es, sin embargo, la única asincronía que existe.
Si los mercados anticipan la economía, ésta anticipa la inflación y los tipos de interés.
En efecto, el inicio de la recuperación económica no se traduce inmediatamente en presiones inflacionistas y, por su parte, los bancos centrales querrán asegurarse de que la economía se acelera realmente antes de subir los tipos de interés. La inflación y los tipos empiezan a subir, en una fase más madura de la recuperación.
Del mismo modo, la inflación y los tipos no empiezan a bajar cuando la economía alcanza su máxima expansión, sino en una fase posterior de la desaceleración. También en este caso, antes de bajar los tipos, los bancos centrales querrán tener cierta confianza en que la economía se está desacelerando realmente y que las presiones alcistas sobre los precios están disminuyendo.
Estas desincronizaciones juegan un papel crucial en el rendimiento de los distintos activos financieros (bonos y acciones) a lo largo del ciclo económico.
En particular, los bonos tenderán a obtener mejores resultados durante el ciclo de bajada de los tipos de interés; las acciones empezarán a subir antes de que la economía toque fondo, pero empezarán a caer cuando la economía siga creciendo; los activos sensibles a la inflación, como las materias primas, empezarán a obtener buenos resultados en una fase avanzada de la recuperación, cuando la demanda y la inflación repunten, y obtendrán buenos resultados hasta una fase tardía de la expansión.
Por todo esto, la mejor estrategia para obtener resultados positivos a largo plazo generalmente no radica en intentar prever lo que va a ocurrir, sino en construir una cartera bien diversificada, con diferentes tipos de activos, que se ajuste a nuestros objetivos financieros y perfil de riesgo.