La gestión pasiva es una muy buena alternativa.
Antes de entrar en materia vale la pena definir lo que se acostumbra a entender por gestión activa versus gestión pasiva.
Gestión activa: es la que intenta a través de la selección de los activos optimizar los rendimientos con respecto a un índice o un «benchmark». Es lo que intenta hacer un gestor de un fondo de inversión (gestionado).
Gestión pasiva: gestión a través de instrumentos pasivos tales como ETFs o fondos de inversión indexados. Se caracteriza por focalizar la atención en optimizar la distribución de la clase de activos para optimizar la diversificación y el ratio rendimiento/riesgo de una cartera, en función del perfil de riesgo del inversor.
Para un inversor privado, con poco tiempo, puede ser poco recomendable apostar por una gestión activa, seleccionando acciones y tener la paciencia para que la tesis inversora se cumpla. La mayoría de inversores privados no tienen la suficiente paciencia y acostumbran a cometer el peor de los pecados, comprar caro, cuando una acción se pone de moda y vender barato, en una corrección de mercado o después de una presentación de resultados por debajo de lo esperado.
La apuesta por la gestión activa a través de fondos de inversión gestionados, es en general poco eficiente: se ha demostrado que el 90% de los fondos de inversión no consiguen aportar valor adicional respecto a su benchmark sino al contrario. Por consecuencia, vehículos «pasivos» como los ETFs que garantizan un retorno consistente respecto a un índice, son una gran estrategia de inversión frente a la gestión activa.
La gestión pasiva no es realmente tan pasiva
Aun así la gestión pasiva para que sea óptima requiere de una selección y distribución de las diferentes clases de activos. Este proceso debe hacerse en función del perfil del inversor. Una vez el inversor tiene clara cuál es su tolerancia al riesgo puede, de forma relativamente fácil crear su primera cartera.
Siguiendo una mínima metodología podrá crear una cartera eficiente de ETFs. Y eso es posible hacerlo desde una perspectiva de «gestión pasiva». Por tanto la palabra pasiva puede dar lugar a una mala interpretación: no quiere decir no hacer nada. La palabra «pasiva» se refiere sobre todo al tipo de activos usados (sean fondos indexados o fondos indexados cotizados o ETFs).
La pasividad no puede ser total, ya que es imprescindible establecer un plan que de una forma predeterminada, invierta en diferentes clases de activos en función de nuestro perfil y optimizar esa distribución de activos.
Cómo invertir con gestión pasiva, diferentes opciones
En inbestMe somos grandes defensores de la gestión pasiva, o sea de la inversión a través de ETFs. Esta permite que un inversor con poco tiempo pueda ser exitoso construyendo una simple cartera bien diversificada y con bajo coste, que después podrás ir evolucionando hacia carteras algo más elaboradas. En inbestMe podrás encontrar los planes de inversión inbestMe Strategic que siguen este enfoque totalmente pasivo pero con una estricta metodología. Por otro lado con nuestras carteras inbestMe Dynamic, vamos algo más allá y aplicamos una gestión dinámica pero siempre utilizando activos pasivos. El dinamismo lo conseguimos no solo con rebalanceos periódicos, sino que además combinamos una cierta adaptación táctica de los diferentes activos a la situación de mercado.
Si aún quieres más personalización puedes optar por nuestras carteras inbestMe Advanced dónde podrás escoger y por tanto personalizar aún más tu estilo inversor.