La pandemia de la covid-19 ha tenido impacto sobre todos los aspectos de nuestro día a día, y la renta variable no ha sido una excepción. Entre los meses de febrero y marzo, la bolsa cayó con fuerza a causa de la rápida expansión del coronavirus. Desde entonces, han ocurrido muchas cosas, y la mayoría de índices se han dado la vuelta hasta recuperar prácticamente sus niveles de inicios de año.
Entre los principales eventos financieros de los últimos meses, cabe destacar un ejercicio monetario sin precedentes donde la mayoría de los capitales se han dirigido hacia la renta variable. El Banco Central Europeo amplió el programa de compra de deuda hasta los 1,35 billones de euros, casi el doble de lo comprometido hasta ese momento, y la Reserva Federal inyectó en abril un rescate de 2,3 billones de dólares en liquidez para hogares y pequeñas empresas.
La situación de los índices bursátiles en el mundo
En consecuencia, los principales índices mundiales han escalado posiciones hasta situarse en niveles próximos a los registrados justo antes de la pandemia. El S&P 500, por ejemplo, que había caído un nada despreciable 34% en tan solo un mes, ha subido posteriormente un 41% y ya se sitúa a niveles similares a los de febrero que, recordemos, eran los máximos históricos para ese índice.
Una suerte similar han corrido el resto de plazas mundiales. En Europa, el Eurostoxx 50 ha subido un 40% desde mínimos; el CAC francés, un 35%; el DAX alemán, un 50% y el IBEX-35 español, un 22,5%. Los mercados asiáticos, el epicentro de la pandemia, también han recuperado buena parte de lo perdido; el Nikkei japonés ha subido un 37% desde mínimos, mientras que el Han Seng Index, el principal selectivo de Hong Kong, lo ha hecho en un 20%.
Esta rápida recuperación de la renta variable también ha tenido cierto impacto sobre el precio de las materias primas. La cotización del West Texas Intermediate, que había caído incluso a terreno negativo el 20 de abril debido fundamentalmente a la saturación en las reservas de petróleo, ha recuperado buena parte de lo perdido en el mes de abril, y ya cotiza en niveles cercanos a los 40 dólares. Algo similar ha ocurrido con el Brent, cuya cotización es similar a la registrada en el mes de febrero.
El oro, por su parte, ha vuelto a ser el principal activo refugio de los inversores para protegerse ante la crisis económica que se avecina. Continúa marcando máximos de los últimos siete años desde hace semanas, y no solo por su función de cobertura, sino por la caída en su oferta provocada por el cierre de algunas minas como consecuencia de la covid-19.
Perspectivas económicas para los próximos meses
Los principales organismos nacionales e internacionales han elaborado en los últimos meses sus previsiones económicas para los próximos años, y España no sale bien parada. Bruselas, por ejemplo, ha empeorado recientemente sus previsiones para nuestro país en 2020, y sitúa la caída en un 10,9% del PIB, solo por delante de Italia, para la que estima una caída del 11,2%, y por detrás de Francia (-6,3%).
Sin embargo, la Comisión Europea también prevé una recuperación rápida, y en 2021 todos los países europeos ya estarían creciendo a tasas significativas. España aumentaría su PIB un 7,1%; Italia, un 6,1%; Francia, un 7,6% y Alemania un 5,3%.
Sin embargo, parece que los escenarios económicos ya no tienen las mismas consecuencias que tradicionalmente conllevaban para la renta variable. Las últimas subidas en bolsa corroboran esta creencia, pero también son un claro indicador de que los beneficios empresariales podrían comenzar a aumentar antes de lo previsto.