Rentabilidad ETFs: ¿Cómo mejorarla?

A pesar de que cada inversor sigue una estrategia de inversión diferente, el objetivo de todos ellos es siempre el mismo: obtener la máxima rentabilidad posible ajustada al riesgo asumido. Y uno de los mejores productos para lograrlo son los ETFs, también conocidos como Exchange Traded Funds o, simplemente, fondos cotizados. Entonces, ¿cómo mejorar la rentabilidad de los ETFs?

Primero, destacar sus características, especialmente con respecto a diversificación y costes, han hecho que los ETF sean uno de los productos más populares del mercado. A continuación, te explicamos cuáles son los factores que influyen en su rentabilidad y qué pasos seguir para mejorarla.

¿Qué influye en la rentabilidad de los ETFs?

Existen varios factores que influyen en la rentabilidad de un ETF, algunos que son directamente aplicables al producto y los otros a su evolución.

La evolución del mercado

El primer factor es, evidentemente, la evolución del mercado, que no es controlable por el inversor. Al ser un tipo de producto que, básicamente, replica índices bursátiles, su evolución depende directamente de su cotización en un momento determinado. 

La rentabilidad vendrá dada por la diferencia entre el precio de venta y el precio de compra. Cuanto mayor sea esta diferencia, mayor será también la rentabilidad del activo. Por eso, el objetivo es comprar cuando el mercado está bajo y vender cuando está alto.

Aunque esta teoría parece sencilla, en realidad es muy difícil de aplicar, especialmente para los pequeños inversores. Por eso, muchas optan por realizar una estrategia más sencilla, como el Dollar Cost Averaging, a través del cual se compra la misma cantidad todos los meses, comprando así más cuando el mercado está barato y menos cuando está caro.

Dividendos

Muchas de las empresas que forman parte de los índices replicados por los ETFs reparten dividendos entre sus accionistas. Y estos dividendos tienen un impacto directo en la rentabilidad del producto.

Existen dos formas de ETFs en función de la forma en la que distribuyen sus dividendos: de reparto, que pagan los dividendos en metálico al inversor; y de acumulación, que acumulan los dividendos al patrimonio del fondo. 

Cuando eliges un ETF de acumulación, la rentabilidad de la cartera aumenta y, además, está exento de tributación. De esta manera, aprovechas al máximo la rentabilidad que puede ofrecer este ETF.

Los costes

Las comisiones también influyen en la rentabilidad del producto. A menores costes, mayor rentabilidad. De hecho, si consigues reducir el coste de la compra a valores cercanos a cero, tu rentabilidad será la misma que la del mercado. 

En este sentido, tanto los ETFs como los fondos indexados son productos ideales, precisamente porque la filosofía de gestión pasiva permite ofrecer comisiones más bajas debido a su estilo de gestión.

Así, se consigue mejorar la rentabilidad de la cartera del inversor sin que ello signifique invertir en productos de peor calidad.

El plazo de la inversión

No es lo mismo invertir a corto que a largo plazo. De hecho, en plazos más cortos, los mercados son impredecibles, y puedes ganar mucho dinero o perder buena parte de tu capital.

Sin embargo, cuando hablamos de horizontes largos de inversión, superiores a los diez años, la cosa cambia, y mucho. Según un análisis de J. P. Morgan Asset Management, ningún inversor habría perdido dinero en bolsa estadounidense durante periodos de al menos 20 años, ni siquiera invirtiendo en el punto más alto previo a cualquier crisis.

Carteras de ETFs

¿Y qué ETFs son los mejores en términos de rentabilidad?

Evidentemente, también puedes optar por elegir un ETF que históricamente haya arrojado buenos resultados. Eso sí, has de tener en cuenta que rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras, de manera que nadie puede asegurarte que vayas a conseguir esos resultados en el futuro.

En los últimos años, los ETFs con mejor comportamiento pertenecen al sector tecnológico, del mercado estadounidense o mundial y de renta variable. De hecho, los ETFs que replican el índice S&P 500 o el MSCI World han arrojado rentabilidades superiores al 20% anualizado a cinco años.

En realidad, al apostar por ETFs de renta variable, con una estrategia de DCA a largo plazo, estarás apostando por la inversión que tradicionalmente ha sido más rentable en periodos largos. De hecho, como hemos visto, esta estrategia es en ocasiones más segura que apostar por la renta fija, así que con probabilidad estarás apostando a caballo ganador.

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