Un torpe golpe de estado
El torpe intento de golpe de Estado en Turquía ha fracasado en pocas horas. El único resultado ha sido fortalecer el liderazgo de Erdogan, que tiene ahora vía libre para aplicar el viraje presidencial que no había podido completar en el pasado a pesar que Turquía, de hecho, ya era una república presidencial a todos los efectos.
O sea más poderes a Erdogan que ya ha comenzado su venganza. Cerca de 6.000 personas han sido encarceladas acusadas de haber participado en el golpe. La purga más despiadada probablemente será en las filas del ejército, pero también la independencia del poder judicial se verá aún más debilitada, puesto que ya ha anunciado que 2700 jueces serán suspendidos de sus cargos.
Los líderes occidentales han condenado el intento de golpe, pero han pedido respeto a los derechos humanos en la represión de la revuelta. Erdogan ya ha indicado su intención de reintroducir la pena de muerte en el país que había sido abolida en 2004.
Turquía es muy importante desde un punto de vista estratégico para la OTAN y para Europa, es el interlocutor para contener la crisis de los inmigrantes. Por lo que incluso un Erdogan, aún más autoritario lograría encontrar un equilibrio con los líderes europeos. Estos últimos van a tratar de limar la tensión con Estados Unidos, acusados por el gobierno turco de estar detrás del golpe.
La economía Turca
Desde 2009, la economía turca ha crecido a un promedio del 5%, principalmente debido a un mercado interno sólido. En enero de 2016 se decidió aumentar el salario mínimo en un 30% y un aumento de las transferencias sociales, que ha producido un impulso adicional al consumo privado. Este año, antes del viernes, las tasas de los bonos del gobierno turco a 10 años habían caído del 11% al 8,8%, mientras que la bolsa había subido un 15%.
El problema de Turquía es un pesante y persistente déficit comercial a pesar de que la situación en este aspecto ha mejorado en los últimos dos años debido a la disminución de los precios del petróleo y otras materias primas. El déficit comercial se situó el año pasado a un 6,1% del PIB.
El déficit comercial se financia con los ingresos de divisas. La deuda en moneda extranjera se ha incrementado hasta los actuales $ 410 mil millones (58% del PIB en 2015, desde 38% en 2008) con un crecimiento proporcional de la deuda externa del sector privado respecto al del sector público.
La lira turca, por su parte, continuó depreciándose. De 1,20 liras por dólar en 2008 se ha pasado a 3 liras turcas frente al dólar de hoy. Tal depreciación causa preocupación sobre la sostenibilidad de la deuda en moneda extranjera.
El turismo, cuyos ingresos el año pasado financiaron por sí solos el 50% del déficit comercial, este año ha sufrido una fuerte caída en la llegada de turistas extranjeros debido al temor a los ataques terroristas.
El efecto del intento fallido en los mercados
Viernes por la noche, con las noticias del intento de golpe, la lira turca bajó un 5% de su valor frente al dólar. En la reapertura del mercado de divisas esta mañana, la pérdida se ha reducido hasta el 1,5%, una señal de que el mercado prefiere la preservación del status quo, aunque este sea problemático y discutido, a un salto en la oscuridad.
Es razonable esperar salidas de capital en el corto plazo en las inversiones turcas debido a las incertidumbres políticas. A medio plazo, todo depende de cómo se desarrollará la situación política. En ausencia de una evolución dramática de los acontecimientos, es probable que el hambre de los rendimientos a nivel mundial prevalezca de nuevo sobre las tensiones geopolíticas y que el dinero, una vez digerido el choque de ver los tanques en las calles de un país miembro de la OTAN vuelva a fluir.
En cuanto a Erdogan, reforzado por la crisis, probablemente tratará de imponer con más fuerza su voluntad al banco central que, aunque teóricamente independiente, ha sido repetidamente presionado para que redujera los tipos de interés a pesar de una inflación al 7,6% frente al objetivo del 5% y de que la lira siguiera depreciándose. Así que, racionalmente, la política monetaria debería orientarse hacia un aumento de tipos para combatir la inflación y la depreciación del tipo de cambio, pero las presiones del presidente en la dirección opuesta podrían ser aún más fuertes y la lira podría sufrir un nuevo empuje a la baja.