Los siete pecados capitales en finanzas

Leyendo sobre los sesgos que influyen al inversor en el momento de tomar decisiones y llegando, como siempre,  a la conclusión de que el peor enemigo del inversor es uno mismo, me vino a la cabeza la película Seven sobre el asesino en serie, perseguido por Brad Pitt, que acaba con la vida de siete pecadores, uno por cada pecado capital. Pensé, que probablemente podríamos encontrar sesgos en los siete pecados capitales que pueden influir sobre nuestras inversiones.

Los siete pecados capitales

Mucha gente no sabe que los siete pecados capitales en un inicio fueron ocho, descritas en griego por el monje Evagrio Póntico a finales del siglo IV., esos ocho principalibus vitilis o vicios principales eran: la gula y ebriedad, la avaricia, la lujuria, la vanagloria, la ira, la pereza, la tristeza y el orgullo. Un siglo después, Juan Casiano ayudó a difundir estos pecados, que en el s VI, el papa Greogorio Magno redujo a siete, eliminando a la tristeza y quedando en: Lujuria, Pereza, Gula, Ira, Envidia, Avaricia y Soberbia. En el siglo XIII Santo Tomás de Aquino se refirió a los mismos dándole mayor difusión.

Pero volvamos a las finanzas, ¿Cómo pueden afectar los siete pecados capitales a nuestras inversiones?

Lujuria

El primer pecado de los siete pecados capitales es la lujuria.

La lujuria según Dante era el amor hacia cualquier persona que pondría a Dios en segundo lugar. Si buscamos en el diccionario de la RAE encontramos dos acepciones: 1. Deseo excesivo de placer sexual. 2. Exceso o demasía en algunas cosas.

En el mundo de la inversión podríamos decir que la lujuria sería el amor hacia cualquier activo que puede hacer que pongamos lo que realmente importa (nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra salud…) en segundo lugar. Un inversor se puede llegar a obsesionar con una inversión en concreto, como por ejemplo lo que sucede ahora con las critpodivisas, donde ves a algunos conectados permanentemente para saber si el bitcoin sube, si el ethereum lo supera o si el Whitepaper de la ICO de Telegram sale o no sale.

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Pereza

La pereza, en cuanto a los pecados se refería a algo tan difícil de contar como la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la nuestra propia existencia. La segunda acepción de la RAE nos va a venir mejor para nuestro cometido: Flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos.

Imaginemos que invertimos en una cartera según nuestro perfil, por ejemplo 40% renta variable y 60% renta fija. Llevamos tres años de rally, las bolsas han subido tanto que nuestra cartera ahora mismo está en 70% renta variable y 30% renta fija. En lugar de rebalancear la cartera, el inversor puede pensar «qué pereza ahora hacer los cálculos, dar las órdenes… si total esto va a seguir subiendo». Luego viene una corrección del 50% y en lugar de tener una baja del 20% la tenemos del 35%.

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Gula

La gula, en el pasado, significaba cualquier forma de exceso. Hoy en día lo podríamos definir como glotonería, o según la RAE exceso en la comida o bebida.

En el mundo de las finanzas esto sería como el sesgo de la necesidad de alcanzar el equilibro, esto se produce cuando invertimos en algo que se nos atraganta y seguimos comprando para bajar el precio medio convencidos de que es una buena inversión, y compramos y compramos y volvemos a comprar hasta que nos sienta mal en el estómago.

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Ira

La ira se definía como el odio incontrolado que se podía manifestar contra la verdad haciéndonos caer en el fanatismo. Según la RAE sería el sentimiento de indignación que causa el enojo; o en otra acepción: el apetito o deseo de venganza.

Cuando estamos enfadados es mejor no tomar decisiones, ni financiera ni de ningún tipo. Tenemos la mente nublada y puede que decidamos aún más irracional de como lo hacemos normalmente. Por ejemplo, puedo estar enfadado con una compañía por el trato que he recibido como cliente y que esto influya a la hora de configurar una cartera. También hay personas que cogen manía a un valor, de la misma manera que otros se convierten, sin fundamentos, en fans del mismo.

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Envidia

La envidia es desear algo que otros tienen, percibiendo que lo necesitamos. Nos puede llevar incluso a desear mal al prójimo. La RAE lo define muy bien en sus dos acepciones: 1. Tristeza o pesar del bien ajeno, 2. Emulación, deseo de algo que no se posee.

La envidia y el dinero se asocian muchas veces. El dinero permite comprar bienes y esto es lo que genera la envidia. Siempre me ha sorprendido la necesidad de comprar el número de lotería que compran los compañeros de trabajo, asociación etc. “por si les tocara”, a ver, si a alguien le tiene que tocar la lotería yo prefiero que sea alguien que conozco, ¡aunque yo no tenga! Pero volvamos a las finanzas. Sentir envidia porque tu vecino está ganando con las acciones de Tesla o porque tu cuñado compró dos bitcoins cuando costaban 400 $ te puede llevar a tomar muy malas decisiones financieras. Invertir según lo que tienen los demás o gastar según lo que gastan los demás te puede llevar por el mal camino.

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Avaricia

La avaricia es el pecado referente al exceso de riquezas. Según la RAE es el afán desmedido de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. Es una definición que encaja en muchos inversores, invierten para acumular sin saber muy bien porqué. La avaricia rompe el saco, uno de mis refranes preferidos. En finanzas esto sucede a menudo, sobretodos en épocas de burbuja, los inversores quieren ganar más y más, y lo que hacen es casi obsesionarse, no escuchan a los que les advierten que quizás estén metidos en una burbuja, no quieren renunciar a ganar el último centavo. Al final, muchas veces, la avaricia hace que acabemos perdiendo todo lo que teníamos.

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Soberbia

La hemos dejado para el final, pero se suele decir que es el pecado principal dentro de los siete pecados capitales, los demás pecados nacen de la soberbia. Se suele explicar cómo el deseo por ser más importante que otros. La RAE tiene 5 acepciones para esta palabra, nos quedamos con la primera: Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.

En finanzas encontramos a muchos soberbios, gente que cree saberlo todo, personas que acertaron en el pasado en sus inversiones y que por eso se siente mejores que los demás y dotados para tomar mejores decisiones financieras. Como inversores podemos cometer este error, pensar que sabemos más que los demás, que podemos prescindir de cisnes negros porque sabemos qué activo subirá, cuando subirá y cuanto subirá.

La soberbia acostumbra a acabar en ridículo, el ridículo de fallar en nuestras predicciones.

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