El capital humano y el capital financiero
Un concepto que a menudo se pasa por alto durante la definición estratégica de la distribución de activos es la del capital humano.
La riqueza total de un individuo se compone de dos componentes: el capital humano y el capital financiero. El capital humano es el valor presente de los ingresos laborales futuros. El capital financiero viene dado de las inversiones en activos financieros y en inmuebles.
El capital humano es, en muchos casos, la forma principal de riqueza de un individuo. Muy probablemente la riqueza de un joven de 25 años consistirá casi exclusivamente de capital humano. Durante el transcurso del tiempo, el capital humano pagará los «dividendos » en forma de ingresos del trabajo que irán a incrementar el capital financiero. Esta etapa de la vida se define a menudo como «fase de acumulación». Al final de nuestra vida laboral la riqueza estará formada exclusivamente por el capital financiero.
Los flujos de ingresos del trabajo vienen tradicionalmente asimilados a aquellos de un bono. Si esta premisa es cierta y en la primera etapa de la vida laboral el capital humano tiene el peso predominante, en la decisión de la asignación de capital financiero deberemos dar prioridad a la inversión en renta variable. En muchos casos, el peso de capital en renta variable será del 100 % y deberá ir progresivamente disminuyendo en el transcurso de la vida de la misma forma que irá disminuyendo la importancia relativa del capital humano respeto al capital financiero.
El peso del capital humano es clave para nuestras decisiones financieras
En términos generales esto es cierto aunque que los ingresos del trabajo obtenidos no pueden ser considerados libres de riesgo. Su riesgo varía de acuerdo con el tipo de actividad.
Si los flujos de ingresos de un profesor universitario pueden ser equivalentes a las de un bono, los ingresos de un corredor de bolsa, en términos de riesgo estarán más cerca de una inversión de capital en renta variable. Por lo tanto el catedrático se considera que tiene una parte invertida de su riqueza total de la renta fija y por lo tanto puede asignar más recursos a las inversiones de más riesgo. El corredor de bolsa, por el contrario, tendrá que asignar una parte mayor de su riqueza financiera en inversiones relativamente menos arriesgadas. En cuanto al corredor de bolsa, además, si invierte en acciones se podría también plantean un problema de correlación entre su empleo y su cartera financiera. En caso de fuertes caídas en el mercado de valores sufriría pérdidas en su cartera de inversiones y probablemente vería aumentado el riesgo de perder su trabajo.
Es una buena práctica no invertir en actividades financieras que estén relacionados con nuestro trabajo. Este aspecto a menudo se pasa por alto porque los inversores prefieren mantener activos financieros en sectores con los que creen estar familiarizados. De ahí que muchos trabajadores tienen una parte significativa de su cartera financiera invertido en acciones de la empresa para la que trabajan o empresas que operan en la industria del mismo sector con la consecuente concentración de riesgo.
El capital humano y el riesgo
Si el empleador quebrara, el empleado debería soportar pérdidas en su cartera financiera además de haber perdido su trabajo.La flexibilidad del trabajo, que es la posibilidad de trabajar más en caso de necesidad, es también un factor a considerar en el proceso de decisión de asignación de activos. Un trabajo más flexible da la oportunidad de superar más fácilmente las fases adversas del mercado y por lo tanto permite destinar un mayor peso a la renta variable.
Por último, a partir de lo anterior, parece necesario tener en cuenta el capital humano del inversor en la determinación estratégica de asignación de activos. También deben hacerse consideraciones apropiadas en cuanto al riesgo y a la correlación con otras clases de activos en la cartera con el fin de evitar asignaciones incorrectas o concentración excesiva de riesgo.
Una forma interesante de resolver los aspectos personales del inversor es tener en cuenta sus objetivos vitales.