Es indudable que la crisis financiera del 2008 condicionará para siempre muchos ahorradores e inversores.
Otros ahorradores, a pesar de prometerse que van a invertir para el largo plazo, a la mínima corrección se asustan y toman decisiones que analizadas con frialdad son irracionales.
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Invertir no es fácil, incluso en un mercado eminentemente alcista e implica una mínima disciplina.
Pero algunos inversores a la que se enfrentan a una corrección deciden olvidarse de “sus buenas intenciones” inversoras. Incluso ante correcciones consideradas como normales (del 5% al 10%) algunos se plantean decisiones extremas y deciden deshacer completamente sus carteras y volver a la liquidez. Otros intentan acertar el momento óptimo para salir.
Puede que alguna vez acertemos el pico del mercado, pero aun acertando el pico, ¿quién nos asegura acertar después el momento de entrada? Aun acertando salir sino acertamos cuando volver a entrar, habrá servido de poco. Podemos llegar a acertar una corrección de un 10%, un 20% o incluso más, pero después de dejar de ganar 10 veces más.
¿Cuántos son los que atemorizados por las duras correcciones de la crisis financiera, se alejaron de los mercados y no han vuelto a ellos nunca más? No haberlo hecho ha implicado no beneficiarse de una potencial revalorización del 331% (ver cuadro de más abajo “current cycle”). Pero lo peor, es que cayendo en la trampa de la liquidez y no invirtiendo exponemos nuestros ahorros al riesgo de la inflación.
Esperar la gran corrección
Una vez fuera del mercado hay quien espera una “nueva gran corrección”. Algunos esperan correcciones del 30% para entrar en el mercado. Si miramos en el cuadro inferior, la última gran corrección que superó el 30% fue en el 2008.
Imaginemos que un inversor atemorizado por la terrible crisis financiera se perdiera el inicio del rally actual (no sería el único) y está esperando la próxima “gran corrección”. Esperando, ya se ha perdido una revalorización a cierre del 2017 del 80%. Durante el mes de octubre del 2018 ha habido una corrección de las que se definen como normales de aproximadamente el 10%.
Por lo tanto, nuestro hipotético inversor siguiendo su lógica sigue esperando. ¿Pero acaso este inversor esperando no se arriesga a perderse otra subida del 50% antes de esa esperada corrección? Si es así aun corrigiendo el 30% este inversor habría dejado de ganar un 5% adicional (ya sería un 90% acumulada a la anterior).
Además, ¿quién nos asegura que habrá pronto una corrección del 30%? Mirando en el mismo gráfico observamos que desde el año 80 , además de la ya mencionada, ha habido 4 correcciones (en total 5) de más del 30%. Esto en promedio es 1 cada casi 8 años. ¿Acaso este patrón se va a reproducir? Y si en vez de correcciones del 30% se producen dos del 15%, o correcciones más suaves repetitivas. Este inversor nunca entraría en el mercado.
Mirando a un periodo más largo siguiendo la tabla superior, desde el año 1928 veremos que “solo” ha habido 8 correcciones de más del 30%, esto es una cada once años. Según este promedio “tocaría” una corrección pronto. Pero acaso no ha habido periodos de más de 15 años sin una (entre el 46 y el 68 por ejemplo).
La trampa de la liquidez significa en este caso, esperar una corrección durante años lo que implica perder la tendencia natural alcista de los mercados y retornos promedios anuales del 9,5%.
Parar un plan de ahorro y aportaciones recurrentes
Aparte de caer en la trampa de la liquidez, podemos caer en otras trampas no menos habituales.
Ante una corrección como las recientes algunos se plantean parar su plan de ahorro y de aportaciones recurrentes esperando “tiempos mejores”. Esto es otro gran error. Porque en verdad si quisiéramos optimizar nuestras aportaciones deberíamos esperar si acaso tiempos peores, es decir, caídas y si acaso más pronunciadas para comprar aún más barato. Y ya hemos visto que esto no es fácil.
Además, nos plantea de nuevo otro problema. ¿Cuándo retomamos nuestro plan? ¿Cuándo consideraremos que son tiempos mejores? ¿Y esperando tiempos mejores acaso no compraremos más caro? Un plan de aportaciones recurrentes es la mejor forma de asegurarse tener éxito, no solo estaremos acumulando capital con la posibilidad de beneficiarnos del interés compuesto, sino que además estaremos entrando en diferentes puntos del mercado de forma automática y sin tener que adivinar nada.
Cambiar el perfil
Otros inversores ante una caída deciden cambiar su perfil. Obviamente un cambio de perfil será necesario si al vivir una corrección no podemos vivir o dormir tranquilos o si necesitamos el dinero.
Pero si no es así ¿porqué cambiar el perfil? El perfil de riesgo poco tiene que ver con lo que hacen los mercados. El perfil tiene que ver con los objetivos financieros, la tolerancia, la capacidad financiera y el horizonte de la inversión. Si reflexionamos un poco, veremos que una caída no modifica nada de lo anterior.
Por ejemplo ¿Acaso nuestro horizonte de inversión es ahora más corto? Reduciendo nuestro perfil (sin motivo) ante una caída solo provocará la posible pérdida de oportunidades ante un eventual rebote o recuperación de los mercados.
Aumentar el perfil tampoco tiene porqué ser una decisión sabia si nos excedemos en los riesgos asumidos: en el momento de caídas podemos perder más de lo que estamos dispuestos a soportar.
Siempre es un buen momento para invertir
Uno de las razones por las que algunos ahorradores se quedan en liquidez es porqué esperan “un buen momento para invertir”. Como hemos visto, ese momento óptimo puede tardar o no llegar nunca. En otra ocasión ya expusimos que cualquier momento es bueno para invertir.
A menudo el ahorrador se focaliza en las cosas que no puede controlar. Intentar prever los mercados es una tarea muy difícil y cercano a lo imposible.
Es mejor focalizarse en lo que sí podemos controlar:
– Fijarse un objetivo, que sea claro, fácil de seguir y que nos veamos capaces de mantener.
– Establecer una distribución de activos bien diversificada y acorde al objetivo planteado.
– Y finalmente disciplina: la inversión de nuestros ahorros estimula inevitablemente emociones, sobre todo, en momentos de alta volatilidad. Estas emociones impiden a menudo la consecución de nuestros planes.
Muchos tomamos decisiones extremas debido a la volatilidad de los mercados. Las mejores recetas para evitarlas son la disciplina y una visión a largo plazo que nos ayuden a mantener nuestro plan.