¿Qué es neuroeconomía? La tecnología ha cambiado todos nuestros hábitos.
Ya no podemos hablar de “la etapa de internet” como si fuera algo novedoso, sino como algo ya plenamente implementado. No estamos ya en la transición tecnológica, sino en la era digital.
Por ello, no debemos ver en las herramientas que este medio nos ofrece algo novedoso o una “amenaza” ante los procesos tradicionales. Más bien, debemos ver un apoyo para las acciones y decisiones del día a día. También, en el campo de las finanzas y la inversión.
En este ecosistema donde términos como “Robo Advisors” se integran a la perfección con la asesoría y el desempeño de los profesionales financieros, tienen en la neuroeconomía o “Behavior of Finance” potentes aliados para que, cada vez más, sus pronósticos sean más acertados y se reduzca al mínimo la incertidumbre o el azar.
Pero ¿Qué es la neuroeconomía? ¿En qué consiste exactamente? ¿Cómo protegen los preceptos de la neuroeconomía nuestra inversión?
Índice de contenido
Toggle¿Qué es la neuroeconomía como concepto presente en finanzas?
La tecnología, por definición, es un apoyo a tareas humanas, diseñadas por el conocimiento de expertos para crear automatismos o tareas programadas allá donde la intervención de éstos no sea necesaria para su desempeño.
Así, tal y como comentábamos en el caso de los Robo Advisors, la tecnología bien empleada no decide por nosotros, sino que ejecuta acciones pensadas y calculadas por expertos. Es en esta fase, en la del conocimiento humano y su toma de decisiones, donde surge el concepto de neuroeconomía.
La definición más básica de neuroeconomía está exenta de componentes tecnológicos.
Por esta razón, hablamos de un concepto que, aunque se haya categorizado como tal de una forma más reciente en la pasada década, ya se intuía y se ponía en práctica a comienzos del siglo pasado con la irrupción de las teorías económicas.
La neuroeconomía se define como “un campo interdisciplinario que busca explicar la toma de decisiones humanas, concretamente la actividad cerebral durante la toma de decisiones económicas”
¿Y cómo hacer servir la interpretación de estas conductas al campo de la inversión?
La respuesta a esa pregunta nos lleva de la teoría pura a la práctica, materializada en herramientas como los ya familiares Robo Advisors.
Neuroeconomía, Behavior of Finance y Tecnología Financiera: Términos afines para una inversión segura.
¿Y en qué consiste el Behavior of Finance? Es lo que en español se conoce como finanzas del comportamiento o finanzas conductuales.
Es un término sinónimo de la neuroeconomía, en el que se habla directamente de la intervención de estudios psicológicos que sirvan para conocer cómo actuamos ante la toma de decisiones financieras.
Estas decisiones, en base a la información, puede considerar todos los factores de influencia y los datos disponibles para tenerlos en cuenta y poder reducir la “irracionalidad” de las decisiones financieras humanas al mínimo.
Hasta la irrupción de la tecnología, resultaba inevitable esta irracionalidad. No buscábamos la inversión más inteligente, sino la inversión que nos hiciera sentir bien. Independientemente de que fuera la mejor inversión o no.
Por ejemplo, a la hora de invertir en Bolsa, si no disponemos de conocimientos financieros profesionales, preferiremos invertir en valores del IBEX35 por ser los más conocidos en vez de MSCI World pese a ofrecer mejores posibilidades de rentabilidad.
Aunque pensemos que “lo racional” es depositar nuestros fondos en un índice conocido, realmente es “irracional” ya que no pudiera ser la mejor opción, sino la más cómoda.
Otro ejemplo, en casos de crisis económica, recesión, o bajada de valores, la primera opción de un inversor medio es la retirada de fondos.
¿Es esta la decisión más racional?
Según nos demuestran los datos, la tendencia de los mercados siempre es alcista.
La economía, hoy en día, funciona mejor a niveles globales que hace una década.
Por lo tanto, retirar fondos en periodos de pérdidas supone asumirlas y no ser racional al supeditar la decisión a que, nuevamente, nos volvamos a sentir cómodos teniendo nuestro dinero a refugio.
¿Y cómo reducir la “irracionalidad” inherente a la inversión? Es en este aspecto donde la neuroeconomía ha encontrado en la tecnología su mejor aliado.
Al supeditar la decisión a herramientas que toman decisiones por nosotros mismos basándose en lo racional, en lo inteligente, no se ven condicionados ni los objetivos marcados, ni la evolución de lo invertido a decisiones “emocionales”. Están condicionados a la lógica de los mercados que dictan los datos que manejen los profesionales que configuran estas herramientas.
Cómo funciona la neuroeconomía aplicada a los Robo Advisor
Ejemplifiquemos todos estos conceptos en una práctica cada vez más común: la inversión en fondos indexados mediante robo advisor. ¿Cómo se reduce la irracionalidad sin que supeditemos todas las decisiones a la tecnología?
Lo primero es indicar que la inversión en fondos indexados sin la ayuda de robo advisor es una tarea de compleja ejecución y seguimiento.
Esta tecnología ya se pone a nuestra disposición desde el mismo momento en el que realizamos el test. El test sobre nuestra aversión al riesgo y la posterior construcción de la cartera de valores.
Esta no se basa en el azar, sino en parámetros exactos configurados por profesionales que determinan en qué valores debemos invertir según nuestros objetivos.
Una vez tenemos configurada nuestra cartera de valores en fondos indexados acorde a un objetivo (conseguir X rentabilidad a X años), no tendremos que intervenir en ella para que evolucione correctamente, gracias al Robo Advisor.
Es éste el que en caso de cualquier circunstancia que pueda influir a la inversión de forma positiva o negativa, reajusta los valores según la lógica del mercado, evitándonos ver caer un valor en el que hemos invertido y nos haga tomar decisiones poco acertadas como la retirada temprana de fondos.
En definitiva, tanto la neuroeconomía, como el Behavior of Finance, como la Tecnología Financiera, son potentes aliados para reducir cualquier factor que pudiera hacernos desviar de nuestro objetivo, como las decisiones irracionales.