Ahorrar es condición necesaria pero no suficiente para disfrutar de unas finanzas personales saneadas. Si quieres hacer crecer tus ahorros con el paso del tiempo no te puedes limitar a acumular dinero en el banco, sino que debes invertirlo en bolsa de forma segura y obtener una rentabilidad por él.
Si mantienes tu dinero parado en un producto de ahorro tradicional, como pueden ser una cuenta de ahorro o un depósito bancario sin apenas rentabilidad, pasan dos cosas:
- La primera es que tu dinero cada vez vale menos por culpa de la inflación
- La segunda es que renuncias a beneficiarte del poder del interés compuesto
La inflación, el enemigo silencioso del ahorrador
La inflación se comporta como un monstruo silencioso que hace que tu dinero pierda valor con el paso del tiempo. Incluso un nivel bajo de inflación como el actual termina mermando (y mucho) tu poder adquisitivo a largo plazo.
Tomemos como referencia el objetivo de inflación del 2% fijado por el Banco Central Europeo (BCE). A priori, podría parecer una pérdida de valor insignificante. Sin embargo, sus efectos a largo plazo son devastadores:
- En 10 años los precios aumentarían un 22%. Por tanto, un coche que hoy cuesta 20.000 euros pasaría a costar 24.400 euros.
- En 20 años los precios aumentarían cerca de un 50%. El coche de 20.000 euros costaría casi 30.000.
- En 30 años el aumento de precios sería del 82%, por lo que el precio del coche sería de 36.400 euros.
Como vemos, la pérdida de poder adquisitivo es notable. Si no haces crecer tus ahorros con una rentabilidad que esté por encima (o igual) de la inflación, tu dinero habrá perdido un 18% de su valor en 10 años, un 35% en 20 años y un 46% en 30 años. No parece un buen negocio esto de la inflación, ¿verdad?
El interés compuesto, la mejor arma para hacer crecer tu dinero
El interés compuesto alude a la capacidad de una inversión de reinvertir los intereses generados para que se integren en el capital inicial y, de esta forma, generen mayores intereses.
Desde un punto de vista matemático se comporta como una progresión geométrica que permite que la rentabilidad de la inversión crezca de forma exponencial, y no aritmética, con el paso de los años. A largo plazo, el efecto es impresionante.
Veámoslo con un ejemplo.
Imagina que inviertes 20.000 euros y que, por simplificar, obtienes una rentabilidad anual del 10%.
- El primer año habrás ganado 2.000 euros, por lo que tu capital se habrá convertido en 22.000.
- Si integras las ganancias en el capital, el segundo año el interés se calculará sobre 22.000 euros, por lo que la rentabilidad será de 2.200 euros. Tu capital ya asciende a 24.200 €.
- El tercer año los intereses generados serán de 2.420 euros y tu capital habrá aumentado a 26.620 euros.
Como ves, la rentabilidad anual es cada vez mayor (2.000 € el primer año, 2.200 el segundo y 2.420 el tercero). Cuántos más tiempo pase, mayor será la rentabilidad anual que obtendrás con tu dinero, ya que el capital sobre el que se aplican los intereses es cada vez mayor.
Es lo que se conoce como el efecto bola de nieve del interés compuesto.
| Año | Capital | Rentabilidad | Interés Anual |
| 1 | 20.000 € | 10% | 2.000 € |
| 2 | 22.000 € | 10% | 2.200 € |
| 3 | 24.200 € | 10% | 2.420 € |
| 4 | 26.620 € | 10% | 2.662 € |
| 5 | 20.282 € | 10% | 2.928,2 € |
Como acabas de comprobar, si quieres hacer crecer tus ahorros, dejarlos parados en una cuenta corriente no parece una buena idea. Más bien todo lo contrario: ¡es una idea horrible!
Para combatir a la inflación y beneficiarte del poder del interés compuesto debes invertir tu dinero en un vehículo de inversión que te permita batir a la inflación y obtener una buena rentabilidad a largo plazo.
¿Nuestro consejo? Fondos indexados de bajo coste y ETFs. Te invitamos a que descubras nuestras carteras.
