8 reglas básicas de la inversión

En esta publicación, hacemos un esfuerzo por transmitir de forma simple 8 reglas básicas de la inversión para permitir que cualquiera entienda las principales consideraciones a tener en cuenta en la creación de una cartera de inversión.

¿Es realmente tan difícil invertir? Puede parecer que sí, ya que a menudo se presenta como un conjunto de fórmulas complicadas e incomprensibles para los profanos. La evidencia nos muestra que cuanto más simple lo hagas, mejores serán los resultados a largo plazo.

¿Por qué inviertes?

El propósito principal de invertir podría parecer que es obtener un rendimiento lo más alto posible sobre el capital que has ahorrado.

La rentabilidad es sin duda un tema a considerar, pero antes que nada tenemos que decidir cuál es el objetivo para el que invertimos. 

¿Es acumular un cierto capital para cuando nos jubilemos? 

¿Es para comprar un coche? 

¿Es para la educación de nuestros hijos?

Tenemos que empezar por fijar nuestro objetivo y eso es lo que determina a su vez el horizonte temporal de nuestra inversión.

¿En qué puedes invertir?

Hay muchas clases de activos en los que puedes invertir. Algunos de ellos son muy conocidos: acciones, bonos, materias primas, etc. ¿Cuál es el mejor?

Bueno, si observas el gráfico a continuación, la respuesta es bastante obvia: las acciones son mejores en términos de rentabilidad ya que crecen mucho más a largo plazo.

Este conocido gráfico del libro de Jeremy J. Siegel “Stocks For The Long Run” expresa el valor acumulado de 1$ invertido en el 1802 hasta el 2014 y muestra una tabla de las rentabilidades anualizadas (TAEs) reales (descontando la inflación) para las 5 clases de activos principales: acciones (6,7%), bonos (3,5%), letras del tesoro (2,7%), oro (0,5%) y cash/Dólar (-1,4%).

¿Debes invertir solo en acciones?

Si las acciones son mejores en términos de rentabilidad, ¿por qué no invertir solo en acciones? Bueno, el problema es que se mueven hacia arriba y hacia abajo en el camino. En 2008 cayeron alrededor de un 55% en un momento determinado.

En finanzas, el grado en que el precio de un activo tiende a oscilar hacia arriba y hacia abajo se denomina volatilidad. Cuanto mayor sea el grado en que un activo sube y baja, mayor es la volatilidad. Diferentes activos tienen diferente volatilidad. Las acciones tienen generalmente una alta volatilidad. Los bonos, especialmente los de corto plazo, tienen una menor volatilidad.

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¿Es la volatilidad un problema?

Bueno, eso depende.

Tal como hemos visto, las acciones tienden a subir a largo plazo, pero pueden oscilar violentamente por  el camino. ¿Estás invirtiendo a largo plazo? Si es que sí, para ti la volatilidad no es un problema y ni siquiera debes mirar el valor de tu cartera.

¿Cuándo las oscilaciones se convierten en un problema? Son un problema si necesitas el dinero en un momento determinado y te ves obligado a vender tus inversiones con pérdidas. Ese es el verdadero riesgo. Es entonces cuando la pérdida se monetiza y no se puede recuperar.

¿Cuál es tu horizonte temporal?

Por lo tanto, el tiempo que puedes permanecer invertido es importante. El problema de la volatilidad pierde relevancia cuanto más tiempo puedas permanecer invertido.

Dado que las acciones son el activo que tiende a subir más, pero que también son más volátiles, cuanto más largo sea el horizonte temporal, mayor será el porcentaje de acciones que puedas tener en su cartera.

Una pista rápida y fácil: resta de 100 tu edad: ese es el porcentaje máximo de acciones que puedes poseer (si no necesitas el dinero). Esta es una primera aproximación a una distribución ideal para tí, por ejemplo, si tienes 40 años puedes tener el 60% en acciones (100-40).

¿Cuánto riesgo puedes tolerar?

De acuerdo a esto, si no necesitas el dinero pronto, puedes tener el 60% de las acciones, pero realmente ¿puedes tolerar psicológicamente las oscilaciones del valor de tu cartera?

La tolerancia al riesgo financiero depende de tu carácter y de tus experiencias previas en la inversión. La tolerancia al riesgo es un aspecto ligado a nuestra personalidad y muy específico de nuestra psicología relacionada con temas financieros. Esto significa que si eres un paracaidista no necesariamente debes tener el 100% en acciones.

Pista rápida y fácil: ¿Cuál es el porcentaje de caída del valor de tu cartera que puedes tolerar para seguir durmiendo por la noche? Toma ese porcentaje, multiplícalo por dos y tendrás el porcentaje máximo de acciones que puedes tener en tu cartera.

Digamos que si puedes tolerar una caída máxima del 20%. Pues en ese caso puedes tener el 40 % en acciones (20 %*2). Y en este caso tu tolerancia pasa por delante para determinar tu distribución más allá de si, tu horizonte temporal te permite tener el 60% o más.

Nota: El cálculo anterior se ha realizado sobre la base de las pérdidas históricas máximas de una cartera de acciones de EE. UU. y bonos del Tesoro a 10 años

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¿Cómo reducir las oscilaciones?

La mejor manera de reducir la volatilidad de la cartera es mezclar acciones con otros activos que sean menos volátiles. Aún mejor si estos otros activos están descorrelacionados con las acciones, lo que significa que no tienden a moverse en la misma dirección. De esta manera, tendrás en tu cartera algunos activos que suben cuando las acciones bajen o que, al menos, no bajen cuando las acciones bajan mucho.

Esto se llama diversificación. Significa no poner todos los huevos en la misma canasta y mantener activos que se ven afectados por diferentes factores de riesgo y rendimiento.

Si tienes mucha aversión al riesgo, o tu horizonte temporal es muy corto y no puedes permitirte esperar a que el mercado de valores suba con el tiempo, debes aumentar la asignación a activos más conservadores, como los bonos, por ejemplo.

Controlar los costos

No se puede pronosticar el mercado. La mejor manera de hacer frente a su imprevisibilidad es crear una cartera bien diversificada que esté en línea con tu horizonte temporal y tu tolerancia al riesgo.

Si no puedes adivinar lo que hará el mercado, sí puedes controlar los costos de los instrumentos financieros que utilizas. Pagar, por ejemplo, un 2,5 % de coste anual por tu inversión puede parecer bastante normal, pero en 30 años consumirá el 53 % de tu capital. Los altos costes son sin duda un gran enemigo para la inversión a largo plazo.

Conclusión

En esta exposición, sin duda, hemos llevado al extremo la simplificación, pero creemos que tener unos conocimientos básicos es mejor que no saber nada y que la industria financiera muchas veces complica demasiado las cosas solo para justificar altas comisiones.

Por supuesto, estas son solo unas ideas básicas de cómo crear una cartera y unos cálculos orientativos de cuál debe ser una asignación de activos aproximada.

Para ajustarla más, se debe tener en cuenta tu situación personal, tus objetivos y tus requisitos específicos para construir una cartera que realmente se adapte a tus necesidades. 

Y para eso estamos aquí.

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